Alumbrado Navideño

Como cada Navidad, y cada año con mayor antelación, las calles comienzan a adornarse de luces y decoración que nos recuerda la llegada de unas fechas tan señaladas. Y nuestro municipio, al igual que la mayoría de las ciudades y pueblos ha instalado su alumbrado navideño por las principales calles del municipio.
La instalación de esta decoración es siempre motivo de comentarios y visiones muy diferentes sobre su adecuación o no, el coste que supone o sobre su belleza. Muchos no entienden, y menos aún en tiempos de crisis como los actuales, que entidades públicas como los Ayuntamientos destinen importantes cantidades de dinero de las arcas públicas a financiar una festividad religiosa, que si bien es cierto, pese a estar muy instaurada en la cultura popular de nuestro país, no deja de chocar frontalmente con la declaración constitucional de que España es un país aconfesional.

Por otro lado, estos Ayuntamientos que invierten importantes cantidades de dinero en alumbrado y decoración navideña aluden al incentivo que supone para los comercios que se ven beneficiados de la potenciación de la cultura de consumismo que viene ligada a estas fechas y se convierte en una inversión que se proyecta en la potenciación de las pequeñas y medianas empresas así como comercios familiares que aumentan considerablemente en estas fechas. Así, el alumbrado público y decoración navideña cumplen una doble funcionalidad; por un lado crean un ambiente navideño que invita a los vecinos a salir a la calle a contemplar su belleza y en algunos casos (entre los que no se encuentra Algarrobo) espectacularidad, además de hacer especial unos días concretos del año. Pero por otro, contribuyen a que los comercios aumenten sus beneficios gracias a la mayor afluencia de ciudadanos que pululan por las calles para contemplar el ambiente navideño y sobre todo contagiados por las campañas de las grandes superficies, realicen sus compras para festejar los días más importantes de este período y buscar los regalos más idóneos para sus seres queridos para la noche mágica del 5 de enero.
Pero volviendo a nuestro municipio, y contemplando el alumbrado que cada año (contando esta y anteriores legislaturas) se ha venido instalando en nuestras calles, difícilmente podemos creer que venga a cubrir ninguna de las dos funciones que hemos mencionado anteriormente.
El alumbrado de nuestro municipio no sólo carece de belleza, sino que además es escaso y muy disperso. Y evidentemente, no representa un incentivo de atracción para comercios y empresas. En numerosas ocasiones hemos escuchado a empresarios de nuestro municipio demandar más apoyo al Ayuntamiento para favorecer a los comercios del municipio creando más plazas de aparcamiento, reduciendo la presión fiscal con la bajada de impuestos…; sin embargo, dudamos de que en iniciativas como éstas en las que, tal y como hemos visto, este sector de la economía municipal es uno de los beneficiarios (y destinatarios indirectos) arrimen el hombro y contribuyan aportando una cantidad económica para conseguir un resultado digno que fomente todo cuanto hemos analizado.
Por eso hay ocasiones en las que deberíamos cuestionarnos la idoneidad o no de las decisiones e iniciativas que adoptamos, sobre todo cuando en ellas se invierte el dinero de los contribuyentes sin finalidad ni repercusión alguna. Y ésta es una de ellas. Quizás los gobernantes de nuestro municipio deberían realizar un análisis de esta situación y hacia donde quieren dirigirla. Por ello pueden tomar dos caminos, o bien buscan ese apoyo económico necesario en los empresarios y comerciantes de Algarrobo para poder instalar unos adornos dignos que promuevan el incentivo económico antes mencionado; o en su lugar reconsideran la colocación de estos adornos y al menos consiguen con ello un ahorro considerable a las arcas municipales.
Otra posibilidad radica en aglutinar los adornos en las principales vías y calles del municipio acabando con esa continua actitud paternalista de tratar de quedar bien con todos los grupos poblacionales del municipio dispersando el alumbrado tanto que en la mayoría de las ocasiones resulta cuanto menos rídículo. Así es penoso ver un único adorno luminoso en Trayamar, otro en la zona de Los Llanos y el resto dispersos en todas y cada una de las bocacalles de la zona costera del municipio.
En fin, suponemos que esto no es más que una anécdota que se escapa a la atención de la mayoría de los ciudadanos porque seguramente no tenga un valor muy alto en la escala de interés para ellos. De todos modos esperamos que nuestra reflexión no caiga en saco roto y pueda sacarse de ella alguna lectura positiva y provechosa por parte del equipo de gobierno.

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